Entre el Clavel rojo y los Atehortúa

En la carrera 42 de Envigado, un montón de flores se asoman a la calle desde la floristería, El Clavel Rojo. Adentro, entre una variedad de coloridos y voluminosos adornos florales, pequeñas fuentes y tiernos peluches, dispuestos para la venta, se encuentra Marta Lucía Atehortúa, la encargada del lugar, la caracteriza una sonrisa amplia reflejo de su alegría, sus gafas de colores y el típico seseo paisa.

Marta nació un 16 de febrero en Medellín. Al oriente de la ciudad de la eterna primavera, se encuentra el corregimiento de Santa Elena, reconocido por su cultivo de flores, tradición silletera y la amabilidad de su gente, allí reside Marta desde que era niña con su mamá y sus hermanos, ella es la mayor de cuatro mujeres y dos hombres.

El Clavel Rojo posee una tranquilidad peculiar, pues, aunque se escuchan ruidos provenientes de la calle, la voz de Leonardo Fabio en la radio cantando, “Ella”, los aminora; la música romántica o, mejor dicho, la música de plancha es la favorita de Marta y además es muy apropiada para el lugar, a esta vendedora de flores le gusta trabajar tranquila, sin mucho acelere y con mucha alegría, lo que más disfruta de su trabajo es el contacto con la gente.

Como era tradicional en las numerosas familias paisas hace 50 años, los hijos debían ayudar a sus padres con ciertas obligaciones: trabajar, cuidar de sus hermanos, hacer de comer y ayudar a organizar la casa además de estudiar. Para Marta no fue diferente, desde niña se iba para el cementerio de Itagüí con su mamá y hermanitos a vender flores; las flores siempre han sido parte de su vida debido a la carga cultural que posee el lugar donde creció y vive. Fue la mamá de Marta, Amparo de Jesús Atehortúa, quien hace 33 años creó la floristería, cuya sede principal está ubicada en Itagüí, en un principio, doña Amparo nombró la floristería El Clavel, pero al momento de llegar a registrar el nombre ante Cámara de Comercio, se percató de que ya había una floristería con este nombre, de manera que decidió adicionarle la palabra rojo y quedó así floristería El Clavel Rojo.

La empresa hoy está en manos de Carlos José Atehortúa, hermano de Marta. A pesar del vínculo familiar, Marta tiene “claritico, claritico” que la familia y los negocios son dos cosas diferentes, dicho en sus propias palabras: “mi hermano es el dueño, en la empresa, es mi patrón; pero fuera de la empresa es mi hermano”. Marta trabajaba junto a su madre en el naciente negocio familiar, hasta que se convirtió en mamá de dos hijos, Juan Guillermo y Cristian Daniel; ella se dedicó a su cuidado hasta que cumplieron 22 y 16 años, en ese momento, Marta comenzó a cuestionarse sobre qué iba a hacer con su vida y decidió retomar su trabajo pidiéndole ayuda a su hermano Carlos.

Hoy, once años después, sus hijos tienen 33 y 27 años, además cuenta orgullosa que tiene también un nieto, Daniel, de tres años. Las flores que adornan la entrada del Clavel Rojo son el reflejo de la alegría y carisma de Marta, quien de sol a sol permanece en el local armada con su sonrisa, buena disposición y todo el amor para lograr que sus clientes se vayan satisfechos y contribuir al crecimiento de este próspero negocio familiar.